Antes de ese día nunca había practicado yoga, pero la empresa en la que trabajo contrató a una gran profesional y hoy amiga, Cris Muñoz, para que nos diera clases como una forma para poder evadirnos del estrés y la presión laboral. Pronto me di cuenta de que gracias a la práctica estaba empezando a conocerme mejor a mí misma, a mi cuerpo y a mis limitaciones. Después de 30 años por fin empezaba a ser consciente de mi propia respiración. Fue fascinante.

Desde entonces comencé un camino que me ha llevado hasta hoy, en el que sigo aprendiendo, descubriendo y perfeccionando cada día a través de nuevas formaciones, viajes y experiencias relacionadas con este nuevo estilo de vida. Porque lo más bonito del yoga es que se trata de una disciplina en la que siempre hay algo por aprender y mejorar. Es un camino infinito en constante evolución, en el que estaría encantada de que tú me acompañaras. Porque si yo he llegado hasta aquí, tú también puedes hacerlo. Créeme. No dejes que las limitaciones mentales te impidan cumplir tus sueños y llegar hasta donde te propongas.